No pidas que navegue aquel ensueño
de palabras que van a la deriva.
No pidas que me arroje en ese río
que sin destino marcha caudaloso,
Cuando solo pretendo ser el dueño
de un solo instante, breve, tormentoso,
que libere las ansias reprimidas,
y estalle en las entrañas, con lascivia.
Yo no quiero soñar tu desnudez.
Solo quiero juntarla con la mía
Que tus ojos no sean la utopía,
de una noche que muera en la perfidia.
No quiero esas efímeras palabras,
que abrevan en el ansia turbulenta,
que surgen de la nada, truculentas,
y acarician el alma para marcharse
esquivas.
Yo busco asir tus manos, tu cintura,
humedecer tus labios con mi boca.
Quiero sentir tu pecho que me toca...
No pidas que lo sueñe...
¡No me pidas...!
1 comentario:
Edgardo, me encanta tu poesía. Espresas tus sentimientos de una manera muy sutil.
En cuanto a los sueños, los prefiero. La realidad mienstras más lejana y distante es menos doloroza y permite más creación, para mí, claro.
Un abrazo
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