Como látigo cruel y permanente;
como caricia gélida en la bruma,
se mece ese recuerdo, entre la espuma,
que ha de esfumarse lábil, mansamente.
Si el ansia no insistiera, recurrente,
o si viviera sin pasión alguna,
dejaría el lugar, como esa duna
que carcomen las olas lentamente.
Pero no, sigue allí, cobardemente,
asida a ese recuerdo que la abruma,
lacerada por látigos de espuma,
anhelando atraparlo…, nuevamente.
Aunque solo sea un halo que se esfuma
y yo…, vuelva a ser yo…, tremendamente...
"Treinta Sonetos" (2000)
©Antología: "Huellas del Alma" - Editorial Dunken - 2010
1 comentario:
En cuanto lo he leído, se ha convertido en uno de mis sonetos favoritos.
Muy buen blog.
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